viernes, 30 de enero de 2015

Se nos llama cristianos o pueblo de Dios

Desde oriente traeré a tu estirpe, desde occidente te reuniré. Promete a la Sinagoga o a la Iglesia formada de paganos y judíos, reunir a todos desde oriente a occidente, es decir, de todos los climas y lugares geográficos.

Cuando habla de hijos e hijas que corren desde los cuatro puntos cardinales, alude al tiempo de la venida de Cristo, tiempo en que se dio a todos los habitantes de la tierra la gracia de la adopción por medio de la santificación en el Espíritu. Al decir: A todos los que llevan mi nombre, da a entender que la vocación no es privativa de una nación, sino común: la misma para todos. Pues se nos llama cristianos o pueblo de Dios. También Pedro, en la carta dirigida a los llamados por la fe, se expresa de esta manera: Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Antes erais «No pueblo», ahora sois «pueblo de Dios».

Hemos sido efectivamente renovados en Cristo por la santificación, recuperando el esplendor originario de la naturaleza, a saber, la imagen del que nos creó por él y en él: renunciando al pecado y a la inveterada corrupción, se nos enseña a reiniciar una vida nueva; nos despojamos del hombre viejo corrompido por las seducciones del error, y nos revestimos del hombre nuevo, renovado a imagen del que nos creó. Además, este renacimiento o, como suele decirse, esta nueva criatura, se ha efectuado en Cristo; por tanto la hemos recibido no de una estirpe corrupta, sino en virtud de la palabra del Dios que vive y permanece.

Así pues, este pueblo reunido de los cuatro puntos cardinales y llamado por mi nombre, no lo ha creado, plasmado y ejecutado otro que yo para mi gloria. Y el Hijo puede muy bien ser llamado gloria de Dios Padre, pues por él y en él es glorificado, según aquello: Yo te he glorificado sobre la tierra, idea que Cristo desarrolla ampliamente. Que los que en él creemos hemos sido plasmados por él lo sabemos con mayor certeza al sentirnos conformados a él y palpar, resplandeciente en nuestras almas, la belleza de la naturaleza divina.

Algo por el estilo dijo también el salmista: Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Y cuando poco después añade: Sacad al pueblo ciego, revela maravillosamente la prestancia inexpresable y maravillosa de su poder. Ya en otro tiempo irradió como estrella mañanera sobre aquellos, cuyas mentes y corazones estaban envueltos en la tiniebla de la diabólica perversidad y en el error, y surgiendo para ellos cual sol de justicia, los hizo hijos no ya de la noche y las tinieblas, sino de la luz y del día, según la sapientísima expresión de Pablo.

San Cirilo de Alejandría
Comentario sobre el libro del profeta Isaías (Lib 4, or 1: PG 70, 890-891)

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