Siendo así las cosas, es necesario que quien desee llevar el
nombre de cristiano con coherencia y sin perjuicio personal, confiese que
Cristo, en quien reconocemos dos naturalezas, es a la vez verdadero Dios y
hombre verdadero. Así, una vez asegurada la verdad de las dos naturalezas, la
fe verdadera no confunda ni divida a Cristo, verdadero en los dolores de su
humanidad y verdadero en los poderes de su divinidad. Pues en él la unidad de
persona no tolera división y la realidad de la doble naturaleza no admite
confusión. En él no subsisten separados Dios y hombre, sino que Cristo es al
mismo tiempo Dios y hombre. Efectivamente, Cristo es el mismo Dios que con su
divinidad destruyó la muerte; el mismo Hijo de Dios que no podía morir en su
divinidad, murió en la carne mortal que el Dios inmortal había asumido; y este
mismo Cristo Hijo de Dios, muerto en la carne, resucitó, pues muriendo en la
carne, no perdió la inmortalidad de su divinidad.
Sabemos con plena certeza que, siendo pecadores por el
primer nacimiento, el segundo nos ha purificado; siendo cautivos por el primer
nacimiento, el segundo nos ha liberado; siendo terrenos por el primer
nacimiento, el segundo nos hace celestes; siendo carnales por el vicio del
primer nacimiento, el beneficio del segundo nacimiento nos hace espirituales;
por el primer nacimiento somos hijos de ira, por el segundo nacimiento somos
hijos de gracia. Por tanto, todo el que atenta contra la santidad del bautismo,
sepa que está ofendiendo al mismo Dios, que dijo: El que no nazca de
agua y Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
Constituye, por tanto, una gracia de la doctrina de la
salvación, conocer la profundidad del misterio del bautismo, del que el Apóstol
afirma: Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con
él. Conmorir y ser sepultados con Cristo tiene como meta poder
resucitar con él, poder vivir con él.
Fulberto de Chartres, Carta
5 (PL 141, 198-199)
Gracias por el comentario, Padre. Me parece muy hermosa la formulación de los dos nacimientos que hace Fulberto de Chartres: por nuestro primer nacimiento en la carne, pecadores; por el segundo nacimiento en Cristo, celestiales. He buscado en Etienne Gilson a Fulberto, que murió en 1020, y dice de él: "En Francia, uno de los alumnos de Gerberto, Fulberto de Chartres, da a las escuelas de esta ciudad el impulso vogoroso que las convertirá en el centro del humanismo más activo del siglo XII".
ResponderEliminarKyrie eleison.